Funcionalidad, estilo, estética: según tu escala de valores ideal, ¿dónde colocas estas componentes dentro del proyecto para Arclinea y, más en general, de tu enfoque de diseñador?
Fundamentalmente, como en todos mis otros proyectos de diseño, siempre me baso en la funcionalidad. No digo que la estética o el estilo en las cocinas no tengan importancia. Pero primero tenemos que ocuparnos de las cuestiones funcionales, de organización de los espacios y de los instrumentos necesarios. Por ejemplo, cuando en 2008 realizamos la cocina Lapis -un monolito monomatérico creado en piedra y posteriormente realizado también en acero- trabajamos mucho en la forma de la encimera y en los detalles. También allí el concepto de fondo era funcional: poder recibir por un lado a los invitados, y en el lado opuesto concentrar todos los elementos de trabajo.
¿En estos productos entra también la idea de la “cocina escultura”? ¿O sigue siendo más importante el concepto espacial en el que se basa cada nuevo proyecto?
Un producto formalmente muy caracterizado puede tener su dignidad, pero de todas formas debe tener en cuenta la idea de componentes como sistema. Siempre pensamos en los desarrollos futuros, sin poner en crisis las soluciones ya perfeccionadas sino integrándolas en el sistema de componentes más general. También en la cocina más reciente, Principia, con el concepto de espacios más abiertos y otros más cerrados (como el gran volumen arquitectónico que presentamos este año en el nuevo espacio Arclinea en Via Durini en Milán), hemos querido integrar lo mejor posible todos los aspectos que hacen de la cocina un verdadero espacio de vivienda. Creo que también esta vez hemos logrado nuestro objetivo.